CORTAR POR LO SANO
El pelo se puede cortar, pero lo que dejas atrás va a seguir estando en tu cabeza, te guste o no
Es muy tópico que las mujeres nos sometamos a cambios capilares evidentes cuando sufrimos algún tipo de catarsis, casi todas relacionadas con el corazón: las rupturas. He leído sobre ello, lo he visto en mujeres cercanas y lo he vivido en mis propias raíces. Pero es más que evidente que cuando algo termina, necesitamos manifestarlo de manera ostentosa.
En muchas ocasiones no puedo evitar preguntarme si esto responde a la necesidad de un cambio de identidad que no podemos realizar en su totalidad. Seamos honest@s: la mayoría de los que leamos estas líneas no disponemos de los medios y las agallas para dejar atrás todo lo que ha sido nuestra vida hasta el momento y empezar total y verdaderamente de cero en un lugar nuevo con una actitud totalmente distinta a la que nos ha acompañado hasta el momento.
¿Una huida hacia delante? Solo en parte. La verdad es que, en muchas ocasiones, según la situación o la persona con la que rompemos, parece más cómodo y seguro permanecer a su lado antes que lanzarse a lo desconocido. El Miedo a fallar, al dolor, y a vernos rot@s es lo que nos puede frenar antes de dar el primer paso. Es entonces cuando algo tan simple como cortarnos el pelo puede ayudarnos a poner las cosas en perspectiva.
Mis cambios capilares han estado en parte marcados por rupturas, pero no solo aquellas que tenían que ver con personas, sino también con etapas, situaciones o, simplemente por la búsqueda de fortaleza en algo tan frívolo como el hecho de llenar mi cabello de mechas matizadas en un rojo fuego, esconderme tras un flequillo cortina o, el peor de todos, quemar mi pelo borrando mi moreno hasta el punto de que el mismo se volviera de un blanco grisáceo.
De mis rupturas he aprendido varias lecciones capilares: que ninguna persona, por mucho que te haya marcado para bien o para mal, merece que te destroces el pelo; que por muy necesitada que estés de cambio, este siempre mejor con una profesional de confianza y quizás lo más importante de todo: el pelo se puede cortar, pero lo que dejas atrás va a seguir estando en tu cabeza, te guste o no.
Por no terminemos esta disertación con mal sabor de boca, todo lo contrario. Cada cambio ha sido el fin de una etapa y el comienzo de algo nuevo, la necesidad de reafirmarse a través del pelo puede convertirnos, como decía al principio, de clichés con patas. Pero eso no quita la magnífica sensación de tener control de algo en un momento en el que sientes que todo lo que te rodea escapa a tus posibilidades de poder tomar acción. Dicen que los actos pequeños son los que pueden suponer un gran cambio así que, si realmente necesitas ese empujón, no lo dudes: corta por lo sano.
La Rosa
El primer granizado de Café de la heladería Freddo Freddo en Padre Damián es, junto con la primera cerveza en las terrazas, una institución del verano madrileño. La mejor hora para degustarlo, sin duda, a las seis.
La Espina
Las aglomeraciones de wannabes en la Feria del Libro ¿quién soy yo para juzgar los gustos literarios del vulgo? Solo pido por favor que no le robéis la dignidad a una librería especializada a la que tanta ilusión le hace tener su caseta propia, preguntando por el best -seller fajado con frases arquetípicas.